lunes, 16 de mayo de 2016

Rabia.

 Admito que la rabia me supera.
Que es ver las indirectas que os lanzáis, y detenerme.
¿No soy suficiente? 
Mi pecho no puede evitar partirse, desangrarse.

  Intenté dejar de sentir, ahogarme en mi pequeño
y solitario mundo, donde no hay cavidad para recordarte. 
Pero siempre arrasas con mis planes, inundas mis recovecos.

   Estoy harta. 
Hasta las narices de sonreírte sabiendo que tus trabaduras 
de palabras eran porque no se las decías a la correcta.
Que mientras me abrazas ahora, piensas en ella todo momento.
Que tus labios me besan por compromiso aunque solo desees los suyos.

   Y estallo en esta batalla interna.
Me dejo caer. 
Siento con la punta de mis dedos como la soledad pisa cada uno
de mis músculos y me hundo.
Riego la planta de dolor que me envuelve con mis lágrimas.
Dejo de latir.