Había olvidado lo que era temblar
Lo que se sentía al no saber respirar.
No por añoranza.
No por añoranza.
Perdí la costumbre de permitirme,
casi sin preguntar, sonreír de vez en cuando.
No tuve en cuenta que podía sucederme.
Cuando el cielo se había acostumbrado
a inspirarme con sobredosis de lágrimas,
Mis letras comenzaron a intentar reflejar
la danza particular que tienen tus dedos dibujando
sobre mi frágil piel, promesas.
Decidí dejarme llevar.
También reí al sentirme temblar
Y me alegré de que me faltara
el aliento
al sentirte cerca.
el aliento
al sentirte cerca.
Me permití comenzar
a sonreír sin siquiera
ser consciente,
a sonreír sin siquiera
ser consciente,
dejarme acunar con tu voz cálida
en las noches de invierno
en las noches de invierno
Y amanecer en una temprana primavera,
con tus labios cayendo sobre mi
como flor de cerezo.
El universo pareció
alentarme
con tu dulce voz
a través del dolor.
Y desde entonces, no importó.
Eramos nosotros.
Eramos felices.
Eramos eternos.
El universo pareció
alentarme
con tu dulce voz
a través del dolor.
Y desde entonces, no importó.
Eramos nosotros.
Eramos felices.
Eramos eternos.
