He deambulado hondo en mis pensamientos,
sólo para tomar, por última vez,
los delicados vértices
que comprenden y tejen
tus dedos con los míos.
Arranca de mí el peso
de un amor a cuenta gotas,
de quererme un sábado,
besos amargos un domingo.
Despertarme sin ti un lunes.
Comienza a borrar en mí toda resaca que
lo único que evoca es la repetición
del sabor de tu carne cuando el sol se pone
y tus dedos caen sobre las terribles curvas
de mi expuesta alma.
Arráncame la piel sin piedad.
He estado sumido bajo el agua mucho tiempo
y no quiero más inviernos
sin cobijos que tengan composición de ambos.
Me niego a (sobre)vivir primaveras
bajo roces de pétalos que no sean igual
a tus descuidadas carcajadas.
Desencájame.
