domingo, 7 de agosto de 2016

Lluvia.



 Nos subimos en una nube.
Ni siquiera sé cómo tronó.
Pero la tormenta nos alcanzó.
Los rayos pulverizaron tu corazón.
Las sonrisas desfallecieron. 

 Estallé en mitad de la tempestad.
El viento envolvió mi cuerpo.
Caí sin darme cuenta.

 Me dolían los pulmones.
No me alcanzaba el oxígeno.
No pude más.
Acabé siendo lluvia.
De esa con la que te gustaba besarme.
La melancólica.
Inspiradora de los escritores decaídos.

 E iba cayendo una y otra vez, a pedazos.
La calle estaba esparcida de mi tristeza.
De mi dolor.
De mi corazón.

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