El constante tintineo de la incipiente lluvia,
golpeando el alfeizar de mi ventana,
formaba un compás a doble tiempo con los latidos de mi atemorizado corazón.
La alocada ventisca hacía que los cristales de mi ventana exigieran libertad.
Como yo.
Como tú.
Ahora quizás
este tiempo me ayuda a entender qué es lo que hice mal.
Qué es aquello que debió acabarse antes.
Palabras cargadas de rabia y sin respeto.
Una tormenta de gritos.
El terrible tintineo... de lágrimas.
De mis lágrimas.
Todas por la primavera equivocada.
Por la estación incorrecta.
Por el tren al que no debí de subirme nunca.
Y ahora veo como todo te es indiferente,
veo como a la vez, yo me rompo.
No debería.
Quizás a veces me ciego y debería abrir más los ojos.
Ser libre.

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