No era la primera noche.
No era la primera que su corazón
se debatía entre dejar de latir o,
simplemente desplazar aquello
que le hacía resquebrajarse.
Él no estaba allí, no sostenía su mano.
El peso del dolor, corría por su mente.
Cada mañana, se volvía más lejano.
La primavera que les había unido,
la magia entre palabras...
Aquello se desvaneció.
Dejando tras de sí un frío y ciego invierno
sin rincón o abrazo posible
para mantener el calor
de sus sentimientos.
Y aquella noche, después un millón de excusas más
y perdones incesantes,
la rabia, el enfado, rencor...
Todo se transformó en un río constante de lágrimas.
¿Por qué? Por qué seguir luchando.
Ya no le quedaron más fuerzas.
Ya no peleó más por aquel momentáneo latido.
Prefirió, tras mucha meditación,
Sostener entre sus manos aquello que aún les mantenía juntos
Y tras un par de intentos, despegó
todo lo que ambos compartían,
Deshizo la presencia de su corazón.
Era mejor llorar por un corazón roto,
que quemarse con los trozos
de manera continuada.
miércoles, 10 de julio de 2019
sábado, 15 de junio de 2019
El momento indicado.
Hacía tiempo que no me dejaba llevar.
Había olvidado lo que era temblar
Lo que se sentía al no saber respirar.
No por añoranza.
No por añoranza.
Perdí la costumbre de permitirme,
casi sin preguntar, sonreír de vez en cuando.
No tuve en cuenta que podía sucederme.
Cuando el cielo se había acostumbrado
a inspirarme con sobredosis de lágrimas,
Mis letras comenzaron a intentar reflejar
la danza particular que tienen tus dedos dibujando
sobre mi frágil piel, promesas.
Decidí dejarme llevar.
También reí al sentirme temblar
Y me alegré de que me faltara
el aliento
al sentirte cerca.
el aliento
al sentirte cerca.
Me permití comenzar
a sonreír sin siquiera
ser consciente,
a sonreír sin siquiera
ser consciente,
dejarme acunar con tu voz cálida
en las noches de invierno
en las noches de invierno
Y amanecer en una temprana primavera,
con tus labios cayendo sobre mi
como flor de cerezo.
El universo pareció
alentarme
con tu dulce voz
a través del dolor.
Y desde entonces, no importó.
Eramos nosotros.
Eramos felices.
Eramos eternos.
El universo pareció
alentarme
con tu dulce voz
a través del dolor.
Y desde entonces, no importó.
Eramos nosotros.
Eramos felices.
Eramos eternos.
domingo, 10 de febrero de 2019
Primavera.
Cuando una flor
pierde fuerzas,
la primavera llega
siempre que el invierno
está por terminarla.

Eso eres para mí.
La primavera incesante.
El objeto desencadenante
de mi locura.
El querer perderme
de manera constante,
haciéndome omitir
por completo
cualquier signo
de plena cordura.
Porque desde que te centraste
en entrar en mi núcleo,
no hay espacio en mí
que quiera otra cosa,
mas que verte
desplegar mis pétalos.
Los que ahora
comienzan a tener color,
por primera vez,
desde que el hielo
me mantenía en condena.
pierde fuerzas,
la primavera llega
siempre que el invierno
está por terminarla.

Eso eres para mí.
La primavera incesante.
El objeto desencadenante
de mi locura.
El querer perderme
de manera constante,
haciéndome omitir
por completo
cualquier signo
de plena cordura.
Porque desde que te centraste
en entrar en mi núcleo,
no hay espacio en mí
que quiera otra cosa,
mas que verte
desplegar mis pétalos.
Los que ahora
comienzan a tener color,
por primera vez,
desde que el hielo
me mantenía en condena.
miércoles, 9 de enero de 2019
Desprendimiento.
¿Cuándo fue que comenzó este deshielo?
¿Podrías, simplemente, dejar de derretir todo lo que tengo impuesto?
Hace tiempo que el propio calentamiento global,
me mira,
helado.
¿Qué hemos hecho?
Nos hemos convertido en el agua vertiente,
aquella que simplemente se desliza,
perdida.
Nos hemos desprendido.
Como trozos, simultáneos.
Como nosotros, distantes.
Y mi piel se cae a jirones,
trozo a trozo, se deshace.
¿Cuándo fue que comenzó este deshielo?
Hace tanto tiempo,
que me empiezo a derretir.
Con partes de mi.
Con partes de ti.
¿Podrías, simplemente, dejar de derretir todo lo que tengo impuesto?
Hace tiempo que el propio calentamiento global,
me mira,
helado.
¿Qué hemos hecho?
Nos hemos convertido en el agua vertiente,
aquella que simplemente se desliza,
perdida.
Nos hemos desprendido.
Como trozos, simultáneos.
Como nosotros, distantes.
Y mi piel se cae a jirones,
trozo a trozo, se deshace.
¿Cuándo fue que comenzó este deshielo?
Hace tanto tiempo,
que me empiezo a derretir.
Con partes de mi.
Con partes de ti.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
