Cuando me detuve, en mitad del camino
Tu voz aún era mi refugio.
Y, entre el grito y el llanto,
se cernió a mi cuello un denso manto.
Envolvía mis cuerdas vocales
Ahondaba en todas las canciones,
en el beso mejor guardado,
en el abrazo más profundo.
Ahora, todo se había esfumado.
Cuando quise darme la vuelta,
Tu voz se me había casi olvidado.
El silencio ahogaba, la rabia eterna.
Y nada calmaba al agobio
vestido de desesperanza.
Cuando, agotada, mis rodillas
se dejaron caer al asfalto
Y de mis heridas amor brotaba
Supe que aquellas espinas
serían el recuerdo
del amor encallado.
Y la costra que se formaría,
al camino de nuevo la llevaría.

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