martes, 15 de septiembre de 2015

Sin ataduras.



Dejemos que simplemente el dolor nos llene, nos inunde por completo. Sintamos pues las espinas clavadas en los músculos, los nudos que nos forma en la garganta, el agua con el que inunda nuestros ojos y disfrutémoslo. Sí, he dicho que lo disfrutemos, después de todo habrá un día en el que ni el dolor formará parte de nosotros, habrá un día en el que las lágrimas ya no florezcan, no saltemos ni nos introduzcamos en el interior de olas, dejándonos llevar por el inmenso océano. Está claro que todo acaba, que las risas pronto (quizá más pronto de lo que uno pueda llegar a pensar) serán sepultadas. Nuestros rostros, esos que hemos odiado por lo que nos decía de ellos, nuestros cuerpos...Serán olvidados. ¿De verdad vas a pasarte la juventud odiándote tal y como eres? Todos funcionamos con el mismo sistema operativo, ninguno de nosotros se libra de ser humano, de se uno más y formar parte de este mundo. Es una tontería. 

El tiempo se me escurre de las manos tanto como a vosotros. Cada uno tiene su puñado de granos de arena y somos capaces de visualizar como caen, uno tras otro. Realmente no sabemos cuantos quedan entre nuestros puños, que torpes, son incapaces de retener todos los granos... Miramos a nuestro alrededor, inquietos, cuando alguien suelta su último grano y nos preguntamos qué pasará. Simplemente desapareceremos como personas, no sabemos nada salvo que por más que le demos importancia, nuestra estancia es tan breve y pasajera, tan fugaz y a la vez brillante que ni siquiera nos plantemos si realmente estamos haciendo bien todo. Desde tan pequeños nos dicen que esperan de nosotros que acabamos cegándonos. Haciendo lo que quieren, siendo infelices porque nadie nos permitió el placer de hacer lo que realmente nos gustaba. Pero a veces hay que plantar cara y hacer lo que uno quiere, porque, compañero que está leyendo estas palabras... Este es tu momento, todo lo que hagas sucumbirá en el olvido por lo que te aconsejo que rías hasta llorar y llores hasta reír, que saltes, bailes, cantes delante de quien te apetezca y a la edad que quieras. Es tu vida, no dejes que nadie te marque pautas sobre lo que debes de hacer y cómo has de hacerlo. Vive y espero que el último día te marches allá donde vayas sin esos hilos que hoy en día te sostenían en un camino que no querías. Sé libre a tu manera.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Suéltalo.



Todo pareció explotar. Mi cabeza hasta entonces llena de mariposas, se rompió. Las ilusiones de verte, terminaron. Todo dejó de tener significado.

 Jamás me imaginé tumbada en esta cama sin sentir tu cuerpo respirando al compás que el mío, tus abrazos en las noches de frío como estas, que solían apaciguarme.

 Verte marchar fue duro, no te voy a mentir. Ahora acallo mis problemas con una hoja de papel en vez de contartelos a ti. Ya nadie tatua en mi alma como tú lo hiciste. En ella, tus besos, caricias, susurros quedan grabados, pero, poco a poco, mi alma muere. 

 Ya no pienso, ya no reacciono. Soy un cuerpo que va dando tumbos, mientras cae una y otra vez, debilitandose. Y quizá me espere un caída libre y después me estampe contra el suelo... ¿Y qué? Dudo que me importe. Caer, morir, desaparecer. Esas palabras cobran sentido ahora, todo parecería más ameno si simplemente dejara de pensar, si todo se esfumara.

 Debo soltarlo, dejarlo ir...pero si todo eso se va, también yo emprenderé el viaje.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Sentimientos de papel.



Y hoy, con la mirada fría hacia cualquier lugar a través de esta ventana, puedo sentir el insólito vacío. Siempre hablo del frío, pero la verdad es que lo que comienza congelando, termina quemando. Y yo, soy una llama, con raíz de hielo.

 Y recordarte entre todo el desastre que me forma a mí me entristece. ¿Por qué dejaste de hacer música en mis oídos cuando tu risa se pronunciaba? ¿Por qué terminaste de quitar lágrimas y apartar los cabellos de mi rostro? Eres ese sentimiento que en mí todavía se proclama entre miles. Porque si me hablan de amor, automáticamente aparece una rosa clavada en mi mente, cuales espinas me hacen sangrar y tu nombre grita victorioso entre los pétalos que relucen.

 Dejaré entonces de imaginar tus pestañas que revoloteaban cuales alas de mariposa adulta, cuando me mirabas tan de cerca. La manera en la que susurrabas en mi oído que nunca me dejarías escapar, que ante todo pronóstico preferías morir antes de dejarme volar por mi cuenta.

 Hoy me gustaría reclamarte que jamás nadie me hará sentir esto. Sentimientos que afloraron de mi corazón y ahora, simplemente son de papel.

 Y el fuego que rodea mi corazón, aún a mi pesar, quemará cada letra compuesta frente a esta ventana, convirtiendo así todos aquellos sentimientos en solemne ceniza, que libre, volará.