sábado, 30 de abril de 2016

Adiós.



Aquel día le dije adiós.
Grité que se fuera.
Mi cabeza susurraba que se quedara.
Sabía que él era demasiado.
Que yo era muy poco.

 Le supliqué que se marchara.
Él insistió en quedarse.
Mi corazón lloraba.
Se rompía.

 Era lo justo.
Él no debería ser mío.
Suya yo de alma siempre sería.

A veces hay que hacerlo.

jueves, 28 de abril de 2016

Súplica.


Ven, no tengas miedo.
Te suplico que vuelvas,
que yo ya no puedo.
Abrázame, lo necesito.
Escúchame.
No me repliques si te grito.
Que yo necesito vivir,
necesito rozar tus labios,
necesito eso para no morir.
Y ahí estás.
Huyes;
Gritas;
Rompes.
Has quemado los pétalos de mi sonrisa.
Las lágrimas son la savia de aquella rosa.
De aquella que antes se mecía con la brisa.
Y que, ahora, muere perezosa.