jueves, 28 de abril de 2016

Súplica.


Ven, no tengas miedo.
Te suplico que vuelvas,
que yo ya no puedo.
Abrázame, lo necesito.
Escúchame.
No me repliques si te grito.
Que yo necesito vivir,
necesito rozar tus labios,
necesito eso para no morir.
Y ahí estás.
Huyes;
Gritas;
Rompes.
Has quemado los pétalos de mi sonrisa.
Las lágrimas son la savia de aquella rosa.
De aquella que antes se mecía con la brisa.
Y que, ahora, muere perezosa. 




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