viernes, 23 de septiembre de 2016

Me faltas.


 Empecemos por escribirle cartas a tus sonrisas muertas, para decirles a ellas que sigo esperando que el tren pare en el andén de mi soledad, y que me abrace. Que sigo tumbada sobre el charco de tus besos, sabiendo que el suelo está seco y que las nubes no van a lloverte por mucho tiempo. Quizá jamás.

 Sigamos leyéndole a mis miedos, con tu voz como portadora de los recuerdos más felices de mis pesadillas. Con tu implacable tacto impregnando mis nervios, alborotando mis ganas de lanzarme por la borda sin siquiera pensar en otra cosa si sé que vas a estar esperándome en el fondo.

 Si me esperas... Te juro que si me esperas por un segundo más, voy a lanzarme por este nudo de la garganta que me aterra desde el día que no he vuelto a respirar... Porque me has faltado tú desde el principio de esta historia larga y sin sentido, escrita desde algún escondido lugar en mi pecho, donde tengo problemas hasta para que la sangre me circule si no estás tú diciéndome lo hermosa que te parezco. Aunque sea una mentira que simplemente quiero oír.

 Terminemos de leer esta absurda y cursi teoría de que vas a volver, que no hay mejor puzzle que tu sonrisa mezclada con los besos que te pedía a lo lejos, cuando no podía sentirlos. Vamos a creernos que seguimos latiendo a ritmos disonantes, pero constantes. Que cuando dejes de latir tú, te siga yo y viceversa. Vamos a acabar de escribir, porque lo cierto es que soy yo la única que escribía desde el principio.

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