sábado, 23 de diciembre de 2017

Llegar a ser libre.



El constante tintineo de la incipiente lluvia,
 golpeando el alfeizar de mi ventana, 
formaba un compás a doble tiempo con los latidos de mi atemorizado corazón.

 La alocada ventisca hacía que los cristales de mi ventana exigieran libertad.
Como yo.
Como tú.

 Ahora quizás
este tiempo me ayuda a entender qué es lo que hice mal. 
Qué es aquello que debió acabarse antes. 
Palabras cargadas de rabia y sin respeto.

Una tormenta de gritos.
El terrible tintineo... de lágrimas.
De mis lágrimas.
Todas por la primavera equivocada.
Por la estación incorrecta.
Por el tren al que no debí de subirme nunca.

 Y ahora veo como todo te es indiferente,
veo como a la vez, yo me rompo.
No debería.
Quizás a veces me ciego y debería abrir más los ojos.
Ser libre. 

domingo, 15 de octubre de 2017

Estación de tren.

 




Sus pasos retrocedieron sobre ellos mismos para detenerse ante la puerta de aquella estación de tren.
Sus ojos acumularon tristes recuerdos con tonalidades grises.
Cerró el espacio que dejaba entrar el aire a sus pulmones.
Hacía tiempo que sus propios recuerdos habían decidido no insistir ante la idea de volver a pensar en esto.

 En su mente despertaba el recuerdo de una dulce voz, llamándolo al otro lado de la cama, con suavidad.
Su pelo rubio hacía cosquillas en su vientre.
 Él la miraba con amor. 

 Ella, su dulce melodía,
había guardado de la noche a la mañana todos su sentimientos.
Enterrándolos sin consultar. 
Destruyéndolo todo por completo.

 A él, su recuerdo, ahora, insistía. 

 Ella cogió un vagón de aquella triste estación, sin determinar rumbo fijo. 
Dejando como rastro notas sueltas de su entera composición. 
Reservando la nota más aguda, de efecto sorpresa. 

 Ella siempre sonó. 
Y él siempre imaginó las partituras a su nombre.
Lo que no supo, es que ella era una partitura libre.
Sin autor.

Era una de esas canciones que uno escucha una vez en la vida.
Y no se vuelven a encontrar.

lunes, 17 de abril de 2017

Aire gélido.


***

Y me paré.
 Me detuve en seco.
El cielo mostraba índices de tormenta
y mi corazón desbordaba después de tantas espinas.
Quise contenerlo.
 No estallar la inmensa cantidad de diluvios
 que mi pecho quería descargar.

Y sin saber cómo,
 te pasaste por mi mente.
 Te vi en aquel paraje donde la lluvia amainaba,
 donde parecía salir de nuevo el sol.
Con tu cámara,
capturando aquellos pequeños rayos de sol
 a consecuencia de la curvatura de mis comisuras.

 Pero ahora,
 aquel camino,
 aquellas rosas me ambientaban
 un cierto aire gélido.
 Blancas,
ansiosas por atrapar todo color en mí,
dejándome en un extraño blanco y negro
 mientras mi pecho regaba sangre sucia,
a causa de tantas promesas dañadas por tu huracán.


  ***



martes, 31 de enero de 2017

Agarrarme a tu alma.






Quiero enternecer tus besos 
y pegarlos en la pared.
Junto a aquellas fotos
en las que jurabas 
quererme con todos 
mis infiernos. 

 Quiero arrancar las lágrimas.
Agarrarme a tu alma. 
Y despegarnos de esta efímera etapa
llamada vida. 

 Retorcernos en un viaje
en el que no me sueltes 
ni cuando el espacio
cierna sobre nosotros
algún agujero negro. 

 Y contemplar,
aún sin respirar, 
los extraños colores 
que tiene tu piel, 
al pegarse a la mía. 


miércoles, 25 de enero de 2017

Un pequeño momento.






Qué daría yo que fuésemos eternos.
Que te fundieses en mi piel para no echarte más de menos. 

 Qué daría por verte y acogerte entre mis meñiques,
donde sabes perfectamente que me encanta que me beses. 

 Y que este pequeño momento,
mientras te digo que te amo y te aprietas.
Mientras me miras como si fuese todo.
Fuere más que lo que es; un pequeño momento. 

 Detenerlo todo. 
Pararlo como cuando me muerdes el labio y sonríes después de un beso.
Detenerlo oyendo como susurras cuán importante soy para ti. 
Cuando dices que mi sonrisa es la más bonita.
Y te duermes oyendo mi voz. 

 Ojalá los momentos fueran eternos.
Pero nos hemos atascado en este pequeño momento. 
Y me parece bien.