Perdí el sentido de mi existencia cuando te marchaste. Aquel día me resultaba tan complicado el mero echo de respirar, de mirar al frente...
Eras, y en cierta forma, sigues siendo ese horizonte hacia el cual camino, con los músculos de mis piernas entumecidos y la mirada sin apartar. Observo cada movimiento que realizas, horizonte. Y sí, a veces, el sol que asoma por ti quema mis retinas. No me importa. En verdad nada me importa con tal de ver esos ojos verdes casi fundiéndose con los míos color café. Tus pestañas cual alas de mariposa acariciando las mías .
¿Cuánto falta? Estás tan lejos.
¿Y si muero en el intento? Jamás moriría antes de sostenerte entre mis brazos una vez más, antes de que mis dedos enrrosquen un rojizo cabello tuyo.
Y cuando nuestras miradas vuelvan a juntarse, horizonte... Perderé de nuevo el norte. Pero no importará. Estarás para tomar mi mano y crear una nueva ruta, de la cual estoy seguro, no me perderé.
Pero si no llego...Si no logro a alcanzarte...Siempre me quedará el recuerdo de que fuiste mi horizonte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario