lunes, 23 de noviembre de 2015
Aquel fue el día.
Aquel fue el día. El día en el que decidiste marcharte por la puerta sin siquiera echarme un último vistazo.
Aquel fue el día en el que el peso que llevaba sobre mi espalda acabó tirándome al suelo sin importar las cicatrices que se empezaban a abrir por el impacto.
Claramente. Aquel fue el día en el que tus ojos me sonrieron por última vez. Tus pasos resonaron, haciendo crujir las maderas. Tu mano cerró la puerta. Ya no estabas.
Aquel fue el día que empecé a crecer, a hacerme fuerte a raíz de los pocos trozos que rellenaban el interior de mi vacío pecho. Aún lo siento.
Puedo percibir aún tus manos rasgando mi pecho, arañando mis pulmones y arrancando de cuajo aquel órgano que solía contener la mayoría de cosas que se refieren a ti. Recuerdo verte clavando las uñas y rompiendo en trozos diminutos aquel corazón, dejando solo un trozo pequeño rellenando algo que ya no tenía sentido.
Aquel, simplemente fue el día. El dia en el que mi corazón dejó de oprimirse y estalló.
domingo, 8 de noviembre de 2015
Somos nosotros, pero sin el nosotros.
Es el manejo ágil que hay en tus dedos, deslizándose con cuidado sobre mi espalda.
Es el movimiento de tus caderas, atrayendo las mías, fabricando una perfecta danza.
Son los lunares que decoran tus pómulos.
Tu abdomen en el que mis manos se deslizan.
Es tu corazón intacto rompiendo el mío.
Otra vez.
Son mis lágrimas.
El mapa fracturado que ambos construimos.
Es el acantilado donde el miedo se esconde y la rabia fluye.
El frío de mi cuerpo.
La cama vacía sin motivo.
La melodía melancólica.
El adiós escrito en letras cursivas.
Es el poema donde nada se entiende.
Somos nosotros descubriéndonos.
Somos nosotros, pero sin el nosotros.
jueves, 5 de noviembre de 2015
Tiempo.
No hay presente. Ni siquiera esto que estáis leyendo es presente, porque ahora mismo es completamente pasado. Y ahora. Sigue pasando.
El tiempo se nos escapa de las manos como si de agua se tratase. Estamos muriendo desde el día que nacemos. Nos miramos en el espejo, esperando ver que todo sigue en orden, pero cada día nos pudrimos, nos desgastamos y no hay manera de frenar a la muerte.
Tarde o temprano nos envuelve con sus brazos fríos, se lleva con ella el alma, dejando en tierra un cuerpo, que en unos diez años simplemente será un leve recuerdo una vez al año y poco a poco, desaparece.
Me estoy muriendo, es cierto, esto no es presente, es pasado, ¿Qué voy a hacer? Te quiero en pasado y futuro, pero aunque te piense también en presente, pasarás a pasado y a su vez, a futuro.
Y de nuevo el tiempo me resbala, me atasco en el pasado, presente y futuro en vez de correr y abrazarte, de decirte lo que miles de veces escribo en cartas encerradas bajo el colchón de mi cama. No te busco porque tengo miedo de que sea tu presente y pase a tu pasado. Tengo miedo porque incluso si tuviéramos futuro, el tiempo dado me parece tan limitado. Porque quiero más que tiempo contigo.
Me gustaría navegar en tu mar, surfear tus olas sin horario, ahogarme en tu océano cuando llegue, pero no quiero perderte, no quise ayer, no quiero hoy, pero, ¿Quién sabe mañana?
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


