Me gustaría poder decir que te sigo encontrando cada viernes a la salida.
Que he olvidado tu manera torpe y temeraria de caminar.
De caminar en mi propio asfalto.
De mirarme desde todos los ángulos siendo siempre hermosa.
Que dejes lo demás, porque yo estoy.
Y a veces me siento perdida.
Con el asfalto atragantado.
Tropezando con la cordura que perdí al verte sonreír.
Rasguñándome el pecho.
Cayendo de boca por devorar tus labios.
Y siento que ahora debería callarme.
Sigo siendo presa del miedo.
Del miedo por algo que ya no es mío.
Y que, sin embargo, parece serlo.
Era el mayor de los huracanes.
Y tú suavizaste cada ráfaga.
Me convertiste en una suave brisa de verano.
Aunque fuera invierno la primera vez que me abrazaste.
Y primavera cuando me uní a ti.
Y me toca verte marchar, con todo.
Con mis miedos perdidos por el camino.
Con la sonrisa caída.
Y las piezas de mi pecho rellenando innecesariamente un corazón perfecto.
domingo, 20 de noviembre de 2016
martes, 25 de octubre de 2016
Le vi.
Le vi divagar entre las sonrisas tímidas de los turistas en aquella ciudad con costas marrones que hacían ver el alma verde.
Caminaba con un paso decidido, aunque escondía la inseguridad del que posee los peores infiernos.
Y me miró. A mi. Entre aquellas miles de luces. Se fijó en la tiniebla. El espectro tambaleante.
Caminamos, poco tiempo, y eso nos bastó para perdernos entre nuestros infiernos, cada vez más limpios y más llenos de luz.
Os juraría que hizo de todo el infierno, un jodido paraíso.
Que desde entonces si agachaba la cabeza, se encargaba de levantármela y besar mis lágrimas, callándome los llantos y resolviendo mis sonrisas.
Y quién diría que iba a quedarse.
Me impresiona tenerle cada día aquí, manteniendo algo que empezamos por casualidad.
No me arrepiento de intentar conocerle.
De querer saber de él.
De tropezar con piedras y caer al suelo...Si sé que va a estar conmigo pase lo que pase.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Me faltas.
Sigamos leyéndole a mis miedos, con tu voz como portadora de los recuerdos más felices de mis pesadillas. Con tu implacable tacto impregnando mis nervios, alborotando mis ganas de lanzarme por la borda sin siquiera pensar en otra cosa si sé que vas a estar esperándome en el fondo.
Si me esperas... Te juro que si me esperas por un segundo más, voy a lanzarme por este nudo de la garganta que me aterra desde el día que no he vuelto a respirar... Porque me has faltado tú desde el principio de esta historia larga y sin sentido, escrita desde algún escondido lugar en mi pecho, donde tengo problemas hasta para que la sangre me circule si no estás tú diciéndome lo hermosa que te parezco. Aunque sea una mentira que simplemente quiero oír.
Terminemos de leer esta absurda y cursi teoría de que vas a volver, que no hay mejor puzzle que tu sonrisa mezclada con los besos que te pedía a lo lejos, cuando no podía sentirlos. Vamos a creernos que seguimos latiendo a ritmos disonantes, pero constantes. Que cuando dejes de latir tú, te siga yo y viceversa. Vamos a acabar de escribir, porque lo cierto es que soy yo la única que escribía desde el principio.
sábado, 13 de agosto de 2016
Y me besas.
Ven, vamos a besarnos.
A hacerlo con la delicadeza de un te quiero tímido.
Con el coraje de aquel que tiembla de amor y habla.
Marchémonos.
Al viaje escalofriante de verte sonreír.
Al miedo de llorar porque quieres demasiado.
Vamos a querernos.
Sin puntos, comas o paréntesis.
Escribamos nuestra historia interminable.
Aquel libro que tiembla por tener escrito tu nombre.
Y como decía antes, vamos a besarnos.
Corre, que el tiempo apresura.
Se acaba.
Se detiene.
Estás aquí.
Sonrío.
Y me besas.
A hacerlo con la delicadeza de un te quiero tímido.
Con el coraje de aquel que tiembla de amor y habla.
Marchémonos.
Al viaje escalofriante de verte sonreír.
Al miedo de llorar porque quieres demasiado.
Vamos a querernos.
Sin puntos, comas o paréntesis.
Escribamos nuestra historia interminable.
Aquel libro que tiembla por tener escrito tu nombre.
Y como decía antes, vamos a besarnos.
Corre, que el tiempo apresura.
Se acaba.
Se detiene.
Estás aquí.
Sonrío.
Y me besas.
domingo, 7 de agosto de 2016
Lluvia.
Nos subimos en una nube.
Ni siquiera sé cómo tronó.
Pero la tormenta nos alcanzó.
Los rayos pulverizaron tu corazón.
Las sonrisas desfallecieron.
Estallé en mitad de la tempestad.
El viento envolvió mi cuerpo.
Caí sin darme cuenta.
Me dolían los pulmones.
No me alcanzaba el oxígeno.
No pude más.
Acabé siendo lluvia.
De esa con la que te gustaba besarme.
La melancólica.
Inspiradora de los escritores decaídos.
E iba cayendo una y otra vez, a pedazos.
La calle estaba esparcida de mi tristeza.
De mi dolor.
De mi corazón.
sábado, 23 de julio de 2016
La lentitud de un te amo contenido.
Me hundo entre nuestras respiraciones.
En el choque de nuestros pulsos acelerados y la lentitud de un te amo contenido.
En la caricia sobre aquel punto que nos hace tan débiles.
En el beso más eufórico y cargado del mundo.
Y aún no me puedo creer esto.
Que solo lo recuerde.
Que no pueda volver.
Que solo me quede la memoria, el esperarte.
Sabiendo que no tengo lugar.
Que tu pecho cobija otra sonrisa y la mía sigue atrapada.
Buscando la manera de encenderse.
Sin ti.
domingo, 26 de junio de 2016
Contigo.
Vamos a jugar.
Voy a besarte los puños hasta ver desaparecer los cardenales.
Voy a acariciar tu cadera hasta que llores de la risa.
Besaré tu cuello hasta que me supliques que pare.
Te sonreiré hasta que me duelan los pómulos.
-
Porque si algo tengo claro es esto, pero contigo.
Que cada día al dormir, te sueñe.
Que cada amanecer pueda besarte la frente al verte a mi lado.
Que cada mañana pueda despertarte.
Mirarte.
Susurrarte.
Y que no, que no me voy de tu lado.
-
Y ahora mismo el mundo va a estallar.
Pues nuestros meteoritos van a colisionar.
Van a fundirse.
Voy a hacer el mundo nuestro, cariño.
Pero siempre contigo.
domingo, 12 de junio de 2016
Chica laberinto.
Ves? De un día a otro, te perdiste.
No debiste entrar en mis ojos,
encabezar una marcha por mis nervios,
caminar sobre mis pulmones,
saltar en mi corazón.
No debiste retorcer mis entrañas,
dibujar mariposas en mi estómago,
llenar de fantasía mi cerebro.
A pesar de todo, te perdiste.
Acabaste golpeado por mis pulmones, estallando.
Magullado por mi corazón, rompiéndose.
Terminaste gritando alimento, pues no llegaba sangre a mi cuerpo.
Temblaste cuando de golpe, me paré.
Cuando decidí echarte de mi pecho.
Cuando te aplasté a ti y tus mentiras.
Encontraste entonces la salida.
Enrojeciste los trozos de mis pulmones.
Irritaste mi garganta.
Rompiste mis dientes.
Acabaste fuera de mi laberinto.
Fuera de mí y de todo lo que tenía que ver conmigo,
tuviste suerte, pues aquel laberinto que era yo,
acabó en ruinas al verte con otro laberinto más simple.
Porque mis paredes retorcidas, se hundieron.
Porque dejé de perder gente para perderme a mi misma.
lunes, 16 de mayo de 2016
Rabia.
Admito que la rabia me supera.
Que es ver las indirectas que os lanzáis, y detenerme.
¿No soy suficiente?
Mi pecho no puede evitar partirse, desangrarse.
Intenté dejar de sentir, ahogarme en mi pequeño
y solitario mundo, donde no hay cavidad para recordarte.
Pero siempre arrasas con mis planes, inundas mis recovecos.
Estoy harta.
Hasta las narices de sonreírte sabiendo que tus trabaduras
de palabras eran porque no se las decías a la correcta.
Que mientras me abrazas ahora, piensas en ella todo momento.
Que tus labios me besan por compromiso aunque solo desees los suyos.
Y estallo en esta batalla interna.
Me dejo caer.
Siento con la punta de mis dedos como la soledad pisa cada uno
de mis músculos y me hundo.
Riego la planta de dolor que me envuelve con mis lágrimas.
Dejo de latir.
sábado, 30 de abril de 2016
Adiós.
Aquel día le dije adiós.
Grité que se fuera.
Mi cabeza susurraba que se quedara.
Sabía que él era demasiado.
Que yo era muy poco.
Le supliqué que se marchara.
Él insistió en quedarse.
Mi corazón lloraba.
Se rompía.
Era lo justo.
Él no debería ser mío.
Suya yo de alma siempre sería.
A veces hay que hacerlo.
jueves, 28 de abril de 2016
Súplica.
Ven, no tengas miedo.
Te suplico que vuelvas,
que yo ya no puedo.
Abrázame, lo necesito.
Escúchame.
No me repliques si te grito.
Te suplico que vuelvas,
que yo ya no puedo.
Abrázame, lo necesito.
Escúchame.
No me repliques si te grito.
Que yo necesito vivir,
necesito rozar tus labios,
necesito eso para no morir.
necesito rozar tus labios,
necesito eso para no morir.
Y ahí estás.
Huyes;
Gritas;
Rompes.
Huyes;
Gritas;
Rompes.
Has quemado los pétalos de mi sonrisa.
Las lágrimas son la savia de aquella rosa.
De aquella que antes se mecía con la brisa.
Y que, ahora, muere perezosa.
Las lágrimas son la savia de aquella rosa.
De aquella que antes se mecía con la brisa.
Y que, ahora, muere perezosa.
jueves, 24 de marzo de 2016
Hoy llueve.
Hoy llueve.
Llueve sobre el asfalto que tengo a mis pies.
Se reflejan en tu cara relámpagos de felicidad.
Truenan palabras que me hacen llover.
Las nubes se compadecen y chocan, desesperadas.
Las ballenas cantan agonizantes melodías que me apagan.
El gris de mi cuerpo es preocupante.
El sol se fue hace tiempo.
El viento azota mi cabello y lo arranca.
Me caigo por acantilados.
Mi cabeza se rompe contra las rocas.
La marea me lleva.
Estoy perdida;
Rota;
Cansada;
Consumida.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Desgarre.
Empecé a creer que
realmente estaba rota cuando te vi.
Cuando te vi y no era conmigo.
Cuando tus manos se
entrelazaban con otras que no eran las mías.
Cuando tus sonrisas
las provocaba ella.
Cuando era ella la que te besaba
en aquella galaxia que tenías por labios.
Me rompí al llegar a
casa y ver que no eras tú el que me recibía.
Grité;
Lloré;
Desgarré;
Caí.
Acabé aplastada sobre
la que solía ser nuestra cama.
Sobre millones de
risas que ahora sonaban a nostalgia.
sábado, 5 de marzo de 2016
Versos muertos.
¿Lo escuchas? Sé que eres capaz de escucharlo.
¿Lo sientes? Seguro que sientes el caos.
Te late el vacío, late porque grita.
Grita que te llenes, que busques.
Grita que me encuentres.
¿Y si lo escucho? No puedo oírlo.
¿Y si lo siento? He dejado de sentir.
Hace tiempo que los versos murieron.
Hace mucho desde que no te busco.
Hace bastante que no te lloro.
Y te escribo.
Escribo porque los versos ya están muertos.
Porque aunque no te busque, rondas entre el caos.
Porque quiero que me escales.
Quiero que te lleves mi corazón y lo aplastes.
Que esté contigo.
Pues los versos están muertos.
Y yo he muerto con ellos.
miércoles, 2 de marzo de 2016
Planeta.
He llorado porque le he dado pocas pinzeladas rosas a tus labios cuando aún podía besarlos.
He gritado por no haber acariciado el azul de tus pómulos.
Me he vuelto histérica cuando me alejaste de tu planeta.
Y te observo.
Observo cada uno de los sitios de tu superficie, planeta.
Vivo atrapada dando vueltas sobre ti.
Soy un pequeño satélite perdido en tu órbita.
Para mí tú eres mi iman repelente.
Por desgracia, así es.
No puedo acercarme para olerte el pelo a rosas.
Se me tiene denegado el acceso a mirarte las estrellas que tienes por ojos.
Ni siquiera puedo enterrar el rostro en tu clavícula.
Planeta, eres arte.
Tienes dolor.
Eres poesía.
Eres amor.
Eres mía.
Aunque me huyas, planeta.
miércoles, 17 de febrero de 2016
Y te vas.
Quizá no me hubiera pegado a tus besos,
tal vez tu cuerpo ahora no me cortaría.
Puede ser que no estuviera tan rota.
Llevo fatal esto de sentarme en el césped sin que me hagas cosquillas,
mirar la marea y que no me hagas reír por lo boba que me quedo...
No puedo contener ni deshacer este maldito nudo que tengo en la garganta.
Ojalá escucharas mis gritos en las noches,
mis ''vuelve'' que no dejan de invocarte.
Ojalá supieras lo que abrazo a aquel peluche, del que solo tú y yo sabemos.
Y que me levanto cada día mirando nuestras fotos.
Que también me niego a quemar tu sonrisa capturada.
Y me opongo a dejarte escapar de los recovecos de mi mente.
A dejar de imaginarme un futuro contigo.
Y que me levanto cada día mirando nuestras fotos.
Que también me niego a quemar tu sonrisa capturada.
Y me opongo a dejarte escapar de los recovecos de mi mente.
A dejar de imaginarme un futuro contigo.
Pero te has ido y, joder, que me arde el pecho.
miércoles, 10 de febrero de 2016
Ida y vuelta.
He soñado con despertar.
Despertar abrazándote.
Despertar oliendote.
He creído que te ibas a quedar.
Que dura la marcha.
Que fría la vuelta.
Me he cansado de olerte a cigarrillos.
Besarte por alcohol...
Buscarte es difícil.
Hallarte me hiere.
Ahora escuecen tus abrazos.
Quiebran tus palabras.
Queman tus besos...
Que si quiero que algo vuelva...Sea tu risa.
Tu perfume a descontrol, pero conmigo.
Si vuelves...
Llename de asteroides.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Caos.
Me quemé con tan solo rozarte el corazón.
Estallé en miles de fragmentos sin razón.
Caminé descalza sobre aquellos trozos.
Vi la sangre a borbotones y me escondí en tus brazos.
O eso creía.
El vacío crecía con ímpetu.
Se apoderaba de cada canción.
De cada metro.
De aquella plaza donde tus labios rozaron los míos.
El vacío enfrió las navidades.
El verano tronó y la lluvia cayó sobre mi alma.
Las tormentas se volvieron innevitables.
Escuché el canto de la lluvia al chocar contra mis hombros.
Los escalofríos que producían los truenos.
Nubes chocando.
Dejé de llenar el techo de estrellas.
El caos las devoraba cuanto quería.
Dejé de retorcer el corazón.
Que arrugado acabó.
Terminé de susurrarle a tus labios.
Opté por lanzarme a el caos.
miércoles, 20 de enero de 2016
Las mariposas que ocultan mis ojos.
Me despierta el susurrar que desprende tu piel rozando contra la mía. Abro un poco los ojos, percibiendo así el rayo de sol que se cuela por la ventana iluminando el escritorio repleto de hojas con mil garabatos que no me llevan a nada.
Pongo atención y soy capaz de percibir el choque que tiene la brisa sobre el roble que ocupa el jardín, como sus hojas colisionan entre sí y aquellas que no son tan fuertes caen sutilmente sobre el césped.
Me incorporo y noto un dolor de tripa no tan desagradable. Son las mariposas que hay detrás de mis ojos. Las que calladas y al mismo tiempo indiscretas, caen en picado hacia mi tripa. Y es entonces cuando me miras o simplemente tus dedos se deslizan sobre los recovecos de mi cuello. Inyectando esa chispa que quema, capaz de derretirme.
Son los secretos que guardo en esa caja que huele a madera vieja y polvo.
Son aquellos sentimientos que se graban en un anillo de esperanza o en una piel sin ánimos.
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