viernes, 18 de diciembre de 2015
Esperaba.
Miraba a través de aquella ventana al cielo azul pálido y a los ligeros toques malva que resaltaban sobre éste.
Mientras lo observaba, me percaté de que, una vez más, te echaba de menos. Me resultaba completamente imposible resistirme a mirar hacia tu ventana, en la calle de enfrente, esperando tal vez que aparecieras con tu taza de café caro en mano y que, al beber, te mancharas la parte superior de tus labios con espuma y me hicieras reír.
Esperaba que simplemente volvieras a levantar aquella persiana que llevaba sin moverse nueve largos meses, que gritaras y te escuchara toda la calle que me querías. Me encantaría que pudieras regresar de esos tres metros bajo tierra que te tienen atrapado, lejos.
Y ahora, desde el alfeizar puedo apreciar el cielo negro sin estrellas. Ahora que me he dejado caer sobre la cama y las lágrimas no hacen el esfuerzo por detenerse, sé que te echo de menos, que serás la única estrella diminuta que me observa sin siquiera yo ser consciente, que moriré intentando olvidarte.
lunes, 23 de noviembre de 2015
Aquel fue el día.
Aquel fue el día. El día en el que decidiste marcharte por la puerta sin siquiera echarme un último vistazo.
Aquel fue el día en el que el peso que llevaba sobre mi espalda acabó tirándome al suelo sin importar las cicatrices que se empezaban a abrir por el impacto.
Claramente. Aquel fue el día en el que tus ojos me sonrieron por última vez. Tus pasos resonaron, haciendo crujir las maderas. Tu mano cerró la puerta. Ya no estabas.
Aquel fue el día que empecé a crecer, a hacerme fuerte a raíz de los pocos trozos que rellenaban el interior de mi vacío pecho. Aún lo siento.
Puedo percibir aún tus manos rasgando mi pecho, arañando mis pulmones y arrancando de cuajo aquel órgano que solía contener la mayoría de cosas que se refieren a ti. Recuerdo verte clavando las uñas y rompiendo en trozos diminutos aquel corazón, dejando solo un trozo pequeño rellenando algo que ya no tenía sentido.
Aquel, simplemente fue el día. El dia en el que mi corazón dejó de oprimirse y estalló.
domingo, 8 de noviembre de 2015
Somos nosotros, pero sin el nosotros.
Es el manejo ágil que hay en tus dedos, deslizándose con cuidado sobre mi espalda.
Es el movimiento de tus caderas, atrayendo las mías, fabricando una perfecta danza.
Son los lunares que decoran tus pómulos.
Tu abdomen en el que mis manos se deslizan.
Es tu corazón intacto rompiendo el mío.
Otra vez.
Son mis lágrimas.
El mapa fracturado que ambos construimos.
Es el acantilado donde el miedo se esconde y la rabia fluye.
El frío de mi cuerpo.
La cama vacía sin motivo.
La melodía melancólica.
El adiós escrito en letras cursivas.
Es el poema donde nada se entiende.
Somos nosotros descubriéndonos.
Somos nosotros, pero sin el nosotros.
jueves, 5 de noviembre de 2015
Tiempo.
No hay presente. Ni siquiera esto que estáis leyendo es presente, porque ahora mismo es completamente pasado. Y ahora. Sigue pasando.
El tiempo se nos escapa de las manos como si de agua se tratase. Estamos muriendo desde el día que nacemos. Nos miramos en el espejo, esperando ver que todo sigue en orden, pero cada día nos pudrimos, nos desgastamos y no hay manera de frenar a la muerte.
Tarde o temprano nos envuelve con sus brazos fríos, se lleva con ella el alma, dejando en tierra un cuerpo, que en unos diez años simplemente será un leve recuerdo una vez al año y poco a poco, desaparece.
Me estoy muriendo, es cierto, esto no es presente, es pasado, ¿Qué voy a hacer? Te quiero en pasado y futuro, pero aunque te piense también en presente, pasarás a pasado y a su vez, a futuro.
Y de nuevo el tiempo me resbala, me atasco en el pasado, presente y futuro en vez de correr y abrazarte, de decirte lo que miles de veces escribo en cartas encerradas bajo el colchón de mi cama. No te busco porque tengo miedo de que sea tu presente y pase a tu pasado. Tengo miedo porque incluso si tuviéramos futuro, el tiempo dado me parece tan limitado. Porque quiero más que tiempo contigo.
Me gustaría navegar en tu mar, surfear tus olas sin horario, ahogarme en tu océano cuando llegue, pero no quiero perderte, no quise ayer, no quiero hoy, pero, ¿Quién sabe mañana?
sábado, 17 de octubre de 2015
En llamas.
Te prometí mi vida, aquel frío día.
Nunca he querido tanto a nadie.
No creo que vuelva a hacerlo.
A veces la gente se lo pregunta,
¿Por qué eres tan fría?
Ellos no saben, que estoy en llamas.
Maldito el infierno de nombre y apellidos.
¿Cesará algún día?
Estoy cansada,
a punto de tirar la toalla,
harta.
El incendio se propaga lentamente,
pero siento como me quema.
Estómago, pulmones, garganta...
Tengo miedo.
No estás,
te has ido,
provocando el incesante fuego,
esperando devorar mi cuerpo,
convertirme en ceniza.
Nunca he querido tanto a nadie.No creo que vuelva a hacerlo.
A veces la gente se lo pregunta,
¿Por qué eres tan fría?
Ellos no saben, que estoy en llamas.
Maldito el infierno de nombre y apellidos.
¿Cesará algún día?
Estoy cansada,
a punto de tirar la toalla,
harta.
El incendio se propaga lentamente,
pero siento como me quema.
Estómago, pulmones, garganta...
Tengo miedo.
No estás,
te has ido,
provocando el incesante fuego,
esperando devorar mi cuerpo,
convertirme en ceniza.
jueves, 8 de octubre de 2015
Cold.
El frío invierno se precipitó en su moribundo cuerpo.
El hielo empezaba a caer, provocando bruscos golpes contra su decaída espalda. Y por más frío que adornara su cuerpo, ella seguía inmóvil, tratando de despertar de la eterna pesadilla de una monotonía de sueños de papel, quemados en la hoguera de el más temible sufrimiento.
Pronto sentía que su corazón latía por el mero echo de que tenía que hacerlo, no porque ella quisiera. Sus ojos amoratados se cerraron una vez más. Su alma, tratando controlarse, buscaba la forma de acabar con todo aquello, con el infierno que vivía dentro de una cáscara de hielo.
Pronto todos se alarmaron el día que la muerte, deambulaba por las calles de una roma ya destruida, el caos que colmaba dentro de ella temía ahora que sucumbiera entre capas de polvo y ceniza, pero ya era tarde. Todo aquello iba a tener un punto y final.
La muerte se preguntó entonces por qué querría aquella hermosa joven ser destruida, pero en cuanto visualizó él mismo el paraíso oscuro que rellenaba su cuerpo, decidió acabar con su dolor.
Ella marchó rumbo a lo que parecía ser el mejor de los momentos de su vida y, por primera vez en años, su rostro formó una sonrisa. Al mismo tiempo que sus labios formaban una perfecta melodía, otra que provenía del interior de su pecho, acabó realentizandose, hasta que simplemente quedó omitida.
martes, 15 de septiembre de 2015
Sin ataduras.
Dejemos que simplemente el dolor nos llene, nos inunde por completo. Sintamos pues las espinas clavadas en los músculos, los nudos que nos forma en la garganta, el agua con el que inunda nuestros ojos y disfrutémoslo. Sí, he dicho que lo disfrutemos, después de todo habrá un día en el que ni el dolor formará parte de nosotros, habrá un día en el que las lágrimas ya no florezcan, no saltemos ni nos introduzcamos en el interior de olas, dejándonos llevar por el inmenso océano. Está claro que todo acaba, que las risas pronto (quizá más pronto de lo que uno pueda llegar a pensar) serán sepultadas. Nuestros rostros, esos que hemos odiado por lo que nos decía de ellos, nuestros cuerpos...Serán olvidados. ¿De verdad vas a pasarte la juventud odiándote tal y como eres? Todos funcionamos con el mismo sistema operativo, ninguno de nosotros se libra de ser humano, de se uno más y formar parte de este mundo. Es una tontería.
El tiempo se me escurre de las manos tanto como a vosotros. Cada uno tiene su puñado de granos de arena y somos capaces de visualizar como caen, uno tras otro. Realmente no sabemos cuantos quedan entre nuestros puños, que torpes, son incapaces de retener todos los granos... Miramos a nuestro alrededor, inquietos, cuando alguien suelta su último grano y nos preguntamos qué pasará. Simplemente desapareceremos como personas, no sabemos nada salvo que por más que le demos importancia, nuestra estancia es tan breve y pasajera, tan fugaz y a la vez brillante que ni siquiera nos plantemos si realmente estamos haciendo bien todo. Desde tan pequeños nos dicen que esperan de nosotros que acabamos cegándonos. Haciendo lo que quieren, siendo infelices porque nadie nos permitió el placer de hacer lo que realmente nos gustaba. Pero a veces hay que plantar cara y hacer lo que uno quiere, porque, compañero que está leyendo estas palabras... Este es tu momento, todo lo que hagas sucumbirá en el olvido por lo que te aconsejo que rías hasta llorar y llores hasta reír, que saltes, bailes, cantes delante de quien te apetezca y a la edad que quieras. Es tu vida, no dejes que nadie te marque pautas sobre lo que debes de hacer y cómo has de hacerlo. Vive y espero que el último día te marches allá donde vayas sin esos hilos que hoy en día te sostenían en un camino que no querías. Sé libre a tu manera.
jueves, 10 de septiembre de 2015
Suéltalo.
Todo pareció explotar. Mi cabeza hasta entonces llena de mariposas, se rompió. Las ilusiones de verte, terminaron. Todo dejó de tener significado.
Jamás me imaginé tumbada en esta cama sin sentir tu cuerpo respirando al compás que el mío, tus abrazos en las noches de frío como estas, que solían apaciguarme.
Verte marchar fue duro, no te voy a mentir. Ahora acallo mis problemas con una hoja de papel en vez de contartelos a ti. Ya nadie tatua en mi alma como tú lo hiciste. En ella, tus besos, caricias, susurros quedan grabados, pero, poco a poco, mi alma muere.
Ya no pienso, ya no reacciono. Soy un cuerpo que va dando tumbos, mientras cae una y otra vez, debilitandose. Y quizá me espere un caída libre y después me estampe contra el suelo... ¿Y qué? Dudo que me importe. Caer, morir, desaparecer. Esas palabras cobran sentido ahora, todo parecería más ameno si simplemente dejara de pensar, si todo se esfumara.
Debo soltarlo, dejarlo ir...pero si todo eso se va, también yo emprenderé el viaje.
viernes, 4 de septiembre de 2015
Sentimientos de papel.
Y hoy, con la mirada fría hacia cualquier lugar a través de esta ventana, puedo sentir el insólito vacío. Siempre hablo del frío, pero la verdad es que lo que comienza congelando, termina quemando. Y yo, soy una llama, con raíz de hielo.
Y recordarte entre todo el desastre que me forma a mí me entristece. ¿Por qué dejaste de hacer música en mis oídos cuando tu risa se pronunciaba? ¿Por qué terminaste de quitar lágrimas y apartar los cabellos de mi rostro? Eres ese sentimiento que en mí todavía se proclama entre miles. Porque si me hablan de amor, automáticamente aparece una rosa clavada en mi mente, cuales espinas me hacen sangrar y tu nombre grita victorioso entre los pétalos que relucen.
Dejaré entonces de imaginar tus pestañas que revoloteaban cuales alas de mariposa adulta, cuando me mirabas tan de cerca. La manera en la que susurrabas en mi oído que nunca me dejarías escapar, que ante todo pronóstico preferías morir antes de dejarme volar por mi cuenta.
Hoy me gustaría reclamarte que jamás nadie me hará sentir esto. Sentimientos que afloraron de mi corazón y ahora, simplemente son de papel.
Y el fuego que rodea mi corazón, aún a mi pesar, quemará cada letra compuesta frente a esta ventana, convirtiendo así todos aquellos sentimientos en solemne ceniza, que libre, volará.
lunes, 31 de agosto de 2015
Agujero negro.
Me quedé mirando a la nada, aquella que me parecía perfecta entonces. El echo de no tener nada, no sentir nada a parte del dolor. Era tan intenso... Aquella espina que navegaba por cada rincón de mi cuerpo latiente, pero muerto de alma.
Quería dejar de hablar sobre ti, de versos dedicados a lo que siento, de palabras que bueno, al fin y al cabo, simplemente son palabras y aunque en ellas yo exprese mi alma entera tú seguirás leyéndolas desde la lejanía de un cuerpo inerte, perteneciente a otra persona. Aún con ello hoy me encuentro de nuevo en la cama donde antes reinaban luchas, tiras y aflojas, gemidos llenos de pasión, susurros de amor, melodías compuestas con el movimiento de nuestros cuerpos, al compás. Miradas de complicidad y llantos acallados entre abrazos reconfortantes. Todo aquello, absolutamente todo, hoy queda en un pasado del cual no creo querer salir. Pero desde esta cama y todavía con la mirada fija en el vacío, puedo notar como mi cuerpo libera una lágima, la primera de miles. El llanto de un corazón roto, con miles de pedazos esparcidos por diversos corazónes. Aquellos, que me robaron una parte de mí y se quedaron con ella por tener algo con lo que rellenar el oscuro agujero negro que acupaba su pecho.
Quizá ahora yo sea un agujero negro. Quizá la oscuridad me haya tragado.
miércoles, 26 de agosto de 2015
Fin.
Todos los versos que escribo para ti.
Todos aquellos que tú algún día me regalaste.
Palabras efímeras en corazones activos.
Actos de inocencia en noches de éxtasis.
Daños en errores perdonables pero insistentes.
Quisiera ser tu constante vital.
El aceite que pone en marcha tu motor.
Quizá no soy nada.
En algún cercano pasado, lo fui.
Y las lagrimas caen.
Y el alma se rompe.
Soy el corazón helado que nunca pensé.
El infierno en persona.
El dolor.
Eres el grito de la noche silenciosa.
El llanto que se esconde.
El suspiro.
El nudo en mi garganta.
Yo solo soy una pieza perdida.
Soy el fin de algo que nunca empezó.
jueves, 20 de agosto de 2015
Horizonte.
Perdí el sentido de mi existencia cuando te marchaste. Aquel día me resultaba tan complicado el mero echo de respirar, de mirar al frente...
Eras, y en cierta forma, sigues siendo ese horizonte hacia el cual camino, con los músculos de mis piernas entumecidos y la mirada sin apartar. Observo cada movimiento que realizas, horizonte. Y sí, a veces, el sol que asoma por ti quema mis retinas. No me importa. En verdad nada me importa con tal de ver esos ojos verdes casi fundiéndose con los míos color café. Tus pestañas cual alas de mariposa acariciando las mías .
¿Cuánto falta? Estás tan lejos.
¿Y si muero en el intento? Jamás moriría antes de sostenerte entre mis brazos una vez más, antes de que mis dedos enrrosquen un rojizo cabello tuyo.
Y cuando nuestras miradas vuelvan a juntarse, horizonte... Perderé de nuevo el norte. Pero no importará. Estarás para tomar mi mano y crear una nueva ruta, de la cual estoy seguro, no me perderé.
Pero si no llego...Si no logro a alcanzarte...Siempre me quedará el recuerdo de que fuiste mi horizonte.
miércoles, 12 de agosto de 2015
Muriendo.
Otra caída más para su larga lista. Otro corte profundo que marcaba un pasado que en el futuro recordaría. ¿A qué aferrarse ahora? No le quedaba absolutamente nada por lo que caminó. Corrió a través del bosque, hasta encontrar un claro. Se sentó y entre todas aquellas hierbas se fijó en una pequeña flor que comenzaba a marchitarse. La observó.
Admiró pues que pudiera crecer en aquel terreno donde ninguna otra flor daba lugar. Seguramente era bella cuando la lluvia no la consumía ni nadie despistado la pisoteaba. Ahora se debilitaba. Su color era apagado y el tallo hacía un pequeño zig zag.
Ella se quedó contemplándola a la vez que sus lágrimas caían una tras otra, los pensamientos se acumulaban en su mente frágil. Cuantos días nublados que acabaron en tormenta, cuantas flores más marchitándose, cuanto dolor soportado durante pequeñas eternidades, cuanto sufrimiento guardado que hoy explotaba. Aquella flor no era lo único que moría.
domingo, 2 de agosto de 2015
Poca vista.
Quise detenerme a contemplar de nuevo tu rostro.
Aquel que se encerraba en la cuenca que formaba mi cuello.
Quise contemplar todo tu cuerpo.
Aquel que durante días y noches fue mío.
Pero la poca vista se negaba a centrarse en ti.
Quizá fue lo mejor.
Quizá haya otro momento.
Quizá haya otro ''nosotros''.
Quizá...
viernes, 31 de julio de 2015
Temblando.
Y literalmente estoy temblando. Quizá el dolor es permanente.
Dime como puedo recuperar un corazón que anduvo roto.
Inspirarme con aliento, que a mi me falta.
Y es que hasta caminar me cuesta.
Soy como un barco que sin rumbo, naufragó.
Tengo miedo.
Cada moratón. Me recuerda quien he sido.
Cada rasguño. Me recuerda en lo que me he convertido.
Permiteme acabar con todo. Déjame controlar tus demonios.
Improvisaré miles de canciones que a la deriva,
mientras este barco se repone, recitare.
Y te buscaré. Cuando te haya hallado, me encontraré.
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